Más de un siglo ha pasado desde aquel día de marzo de 1911
en el que algunos países del norte de Europa como Alemania, Austria, Dinamarca
y Suiza comenzaron a celebrar el Día de la Mujer
exigiendo su igualdad con el
hombre, pidiendo el derecho al voto, al trabajo, a la formación profesional, a
ocupar cargos públicos y a la igualdad laboral.
Desde entonces, este día ha adquirido una gran dimensión a nivel mundial, por eso en esta fecha tan importante, en Wow Woman estamos de celebración.
En todos estos años hemos logrado grandes avances, sin embargo, aún no son suficientes, no van tan rápido como nos gustaría y aunque estamos en el camino... todavía nos falta mucho por conseguir.
Como no podía ser de otra forma, soy firme defensora de la igualdad y alabo a todas las mujeres que a lo largo de la historia han roto todos los moldes y nos han abierto el camino.
Reivindicar nuestros derechos es fundamental para levantar conciencias, para lograr avances, para tener más voz que nunca y para que consigamos la tan ansiada igualdad. Apoyo, aplaudo y comparto.
Ahora bien, mi propuesta es avanzar con mucha más fuerza, con más impacto, y para ello tenemos que hacernos responsables de nuestra vida y ser conscientes del potencial y el poder que tenemos para desplegarlo al 100%.
Porque hay un lugar en el mundo que sin duda puedes mejorar y ese lugar eres tú misma.
Así que en el Día Internacional de la Mujer, hayas elegido hacer huelga o no, mi propuesta es que mantengas una actitud proactiva y te preguntes:
¿Qué puedo hacer yo para mejorar mi vida?
¿Estoy viviendo lo que quiero vivir?
¿Estoy cumpliendo mis sueños? ¿Sé cuáles son?
Y decídete a mejorar, de la forma que tú quieras, que tenga sentido para ti, que te haga más feliz. Pero hazlo, porque mejorando tú, ganamos las mujeres, porque inspiras con tu ejemplo a muchas más y el mundo se convierte en un lugar mejor.
Mi reivindicación es que nuestra actitud grite por sí sola, que sepamos que no necesitamos nada más para brillar que sacar el potencial que tenemos en nuestro interior.
Así que, el principal trabajo lo tenemos con nosotras mismas, ahí es donde nos tenemos que enfocar. Se trata de cambiar nuestra mentalidad, de creer en nosotras, en nuestras ideas, en nuestros sueños, en nuestro talento, con independencia de lo que haga o deje de hacer el resto del mundo.
Llegó la hora de ponernos en valor, dejar a un lado las excusas, los “ya lo haré” y decidir hoy sacar nuestra autenticidad, lo más valioso que tenemos para aportar al mundo y desde nuestra área de influencia inspirar a otras mujeres a crear la vida que quieren.
Todas somos una mujer única, con un talento especial y nuestro trabajo consiste en descubrirlo para poder dejar nuestra huella en el mundo y mejorarlo un poquito.
En el Día Internacional de la Mujer te invito a dejar salir tu verdadera esencia, la wow woman que llevas dentro.
¿Alguna vez te has sentido perdida, con mucha confusión y sin saber muy bien hacia dónde tirar?
Ante la pregunta ¿quién eres? ¿qué responderías?
Déjame adivinar, ¿has respondido tu nombre?
Venga, haz otro intento, ¿quién eres?
¿Has respondido tu profesión?
Tranquila ;) es una respuesta compleja de responder.
Pero piénsalo bien...
Si no sabemos quiénes somos, ¿cómo vamos a mirar al futuro con confianza y con claridad? ¿Cómo vamos a definir metas motivadoras que nos impulsen a superarnos?
“Conócete a ti mismo” es uno de los más famosos aforismos de todos los tiempos que se encontraba inscrito, en el templo de Apolo, en la ciudad griega de Delfos.
Seguro que lo habías escuchado cientos de veces.
Pues así es, conocerse a sí misma es un must para cada una de nosotras: comprendernos, aceptarnos, estudiar la propia alma, pues solo así podremos orientar nuestra vida hacia nuestros propósitos e intereses.
Y es que una de las claves del desarrollo personal, es el autoconocimiento.
Éste, nos ayuda a saber quiénes somos, a luchar por nuestros sueños, a que nuestras emociones sean más equilibradas, a relacionarnos con los demás desde un lugar más auténtico y por tanto a que nuestra vida sea más plena y feliz.
El autoconocimiento está íntimamente relacionado con el bienestar emocional.
Saber escuchar lo que sentimos, nuestras emociones y entender el significado que tienen para nosotras nos ayuda a comprendernos y a tener una mente más sana.
Conocernos a nosotras mismas no es tarea fácil, hay veces que puede llevarnos una vida entera.
Sin embargo, con las herramientas adecuadas podemos ganar años de evolución.
Así que vamos a ponernos manos a la obra:
Te traigo en este post, tres ejercicios para mejorar tu autoconocimiento:
1. Durante una semana estate atenta a las emociones que tienes a diario y escríbelas en un cuaderno.
¿Podrías detectar los pensamientos que han ocasionado cada una de ellas?
Cuando llegue el último día de la semana lee todo lo anotado, todas tus emociones, y los pensamientos que las han ocasionado y responde a estas preguntas:
¿Cuáles son tus emociones predominantes?
¿Has detectado algún patrón de pensamiento que se repite?
¿Qué puedes aprender de ello?
2. Piensa y escribe 3 momentos de tu vida en los que fuiste inmensamente feliz.
¿Qué tenían en común? ¿Qué sentimientos tenías? ¿Por qué te sentías así? ¿Qué necesidades tenías cubiertas? ¿Qué crees que te hacía más feliz?
Viéndolo ahora con perspectiva, qué es lo que más te importaba en esos momentos? ¿Te sigue importando lo mismo?
3. Pide feedback a las 3 personas que más te conozcan acerca de tus cualidades, también tus defectos. Seguro que te sorprenderá todo lo que descubres.
Aumentando tu autoconocimiento, te sentirás mejor, mejorarás tu vibración y empezarás a ver nuevas y emocionantes oportunidades para tu crecimiento y éxito.
Ya estamos en agosto, llegan las vacaciones, por fin el tan merecido descanso!
Estamos dos meses más allá del ecuador del 2018 y es un momento perfecto para parar y reflexionar.
Casi sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por la rutina, por donde nos va dirigiendo la inercia y es posible que la trampa del no parar no nos deje ver más allá. Durante el resto del año, estamos centradas en hacer, vamos corriendo de un lado para otro y con prisas y apenas dejamos espacio a reenfocar y decidir.
Por eso es tan importante esta parada técnica. Para, respira y relájate por un instante.
Imagínate que vivieras tu vida como si estuvieras escribiendo un libro...
Y ahora responde a estas preguntas, ¿ha sido esta primera mitad del año un capítulo interesante? ¿Se lo contarías a tus nietos con emoción y disfrute?
Piensa que no vas a estar aquí siempre, por supuesto que eres muy joven, pero no tenemos garantizado estar aquí por sesenta años más. Ni siquiera por uno más.
Conéctate con la gratitud de sentirte viva, con tu fuerza interior, con tu poder y con tu coraje.
Y ahora, te propongo un reto, cuéntate la verdad.
¿Te apasiona la vida que estás construyendo, lo que haces, tu aportación personal? Si tu respuesta ha sido inmediata y ha sido un rotundo NO, hazte otra pregunta.
¿Qué podrías hacer para encontrar algo que te ilusionara y te hiciera sentir viva?
Es absolutamente normal que no encuentres respuestas inmediatas. Porque piensa, ¿Cuánto tiempo le has dedicado a pensar qué es lo que te gustaría ser, hacer, tener o contribuir en tu vida?
Si te apetece averiguarlo, o al menos estar más cerca de conseguirlo... Te propongo un ejercicio, durante 1 semana, nada más levantarte responde a esta pregunta:
Si te garantizaran el 100% de éxito en algo, ¿qué elegirías? ¿qué sería lo que te encantaría ser, hacer y con qué te gustaría contribuir a la sociedad?
Déjate fluir para responder, no te presiones, hazlo todos los días durante 1 semana nada más levantarte. En esos momentos la mente está libre de corsés y te va a permitir pensar y conectarte contigo con mayor claridad.
Conocerlo es contarnos la verdad y ése es el primer paso, un paso muy importante.
El segundo paso es preguntarte, ¿qué tipo de páginas quiero escribir en mi libro de la vida?
"Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos:, ¿Quién soy yo para ser brillante, maravilloso, talentoso, fabuloso?
En realidad, quién eres tú para no para serlo?
Eres un hijo de Dios.
El jugar a ser pequeño no le sirve al mundo.
No hay nada iluminador en encogerse para que otras personas no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos estamos destinados a brillar, como hacen los niños. Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está dentro de nosotros. No es sólo en algunos de nosotros; que se encuentra en todo el mundo. Y cuando permitimos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a otras personas a hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás".
Marianne Williamson
La semana pasada participé en una reunión con una asociación de emprendedoras a la que pertenezco.
En un momento de la conversación en el que estábamos comentando los detalles de mi proyecto, comenzó un debate improvisado acerca de si ellas preferían trabajar con mujeres o con hombres.
La mayoría comentaba que trabajar con hombres les parecía más sencillo porque se sentían menos juzgadas y las reuniones eran menos tensas.
Una de mis compañeras en la asociación, comentaba que cuando asistía a reuniones con féminas, la mayoría de las veces, se sentía observada de arriba a abajo y algunas le decían “pero, ¿dónde vas tan arreglada?” lo cual le desagradaba muchísimo. Comentaba que para ganarse la simpatía de algunas mujeres, para que dejaran de compararse con ella y se relajaran, utilizaba la técnica del cumplido .
Esta técnica, comentaba, consiste en hacerles un cumplido: “Me gustan tus zapatos”, “Qué pendientes tan bonitos llevas”, “Qué guapa te veo” y con esta estrategia, las otras mujeres parecen relajarse y sentirse más seguras.
"Pero, ¿por qué tengo que actuar de esta forma si no me apetece?", nos decía.
La mayoría de las mujeres que estaban en la reunión comentaron lo mismo, que muchas veces trabajar con otras mujeres les parecía más difícil que trabajar con hombres.
Yo, en mi posición de apoyo incondicional a mi género, fui la única que defendí la postura contraria comentando que en mi trayectoria profesional había trabajado igual de bien con mujeres que con hombres, e incluso mejor con mujeres. Incluso muchas de ellas hoy son grandes amigas. Y es cierto.
Pero, aunque me duela reconocerlo, he tenido algunas experiencias profesionales con mujeres que me han juzgado directa o indirectamente por mi imagen, mi físico o mi forma de ser etiquetándome, sin molestarse en conocerme antes un poco.
Y es que emitir juicios y críticas implacables contra otras mujeres se ha convertido en un hábito para algunas féminas que sin darse cuenta utilizan esta estrategia para mitigar su falta de autoestima.
Aquí viene mi reflexión. Se dice mucho que el peor enemigo de una mujer es otra mujer.
Me desagrada muchísimo esta afirmación pero parece haber un punto de verdad y me parece crucial abordarlo, trabajarlo y zanjarlo para siempre. Es un must para todas nosotras.
Reivindicar el papel y los derechos de la mujer en todos los ámbitos es algo loable y necesario; no obstante, el cambio comienza siempre desde dentro y no podemos olvidarnos ni obviar nuestro rol fundamental en este asunto.
Así que aportemos nuestro granito de arena para dar ejemplo de tolerancia y solidaridad entre nosotras y eliminar la absurda rivalidad que en ocasiones puede surgir entre mujeres.
Para conseguirlo pongámonos deberes:
1er paso: Conocernos y estar a gusto con nosotras mismas.
Todas sabemos lo duras que podemos ser con nosotras mismas y también que estos pensamientos y palabras que nos dedicamos en nuestro fuero interno nos pueden hacer muchísimo daño.
Si trabajamos en conocernos, en gustarnos y en aceptarnos tal y como somos, estaremos mejorando nuestra autoestima y en consecuencia nos costará mucho menos aceptar a las demás como son. Si trabajamos en este primer paso, el que viene a continuación será mucho más fácil de lograr.
2º paso: Intentemos no juzgar a las personas.
Estemos alertas cuando vayamos a juzgar de manera automática a alguien y parémonos para no hacerlo. Por nada. Ni por su aspecto físico, ni por su ropa, por su color de pelo, ni por su inteligencia, por su forma de ser...
No seamos juezas implacables, ¿quién somos nosotras para juzgar a nadie? Aunque creamos tener razones, pensemos, ¿para qué lo estoy haciendo? y ¿desde dónde lo hago?.
Reflexiona sobre esto cada vez que te venga un juicio a la mente sobre alguien y observa si tiene que ver con alguna inseguridad tuya.
Y como somos humanas, cuando sin querer juzgues, piensa: ¿ese juicio puede cambiar en función de otros ámbitos o circunstancias?. Si formulo el juicio contrario, ¿existen argumentos que lo apoyen?
Estas preguntas te ayudarán a ser más objetiva y estarás programándote para dejar de juzgar automáticamente.
3er paso: Revisar las etiquetas que pusimos en el pasado.
Las etiquetas que hemos puesto a otras personas pueden tener un impacto sobre ellas. Reflexiona y piensa que tus juicios no son verdades absolutas y da la oportunidad a la gente de quitarle las etiquetas que les pusiste.
¿Sabías que se tarda muy pocos segundos en etiquetar a una persona?
Cuando juzgas a alguien, le etiquetas. Esa etiqueta congela a esa persona y da igual lo que haga, esa etiqueta perdura en el tiempo y no importa lo que haga no es fácil de eliminar.
Piensa que esa persona es mucho mucho mucho más que eso y reducirla a ese adjetivo o condición no solo le perjudica a ella, te perjudica a ti. Nos perjudica a todas.
¿Alguna vez te han etiquetado?¿Cómo te sentiste? ¿Te gustaría que otra mujer se sintiera así y ser tú la artífice?
Cambiemos esta realidad, aceptémonos tal y como somos y será mucho más fácil aceptar a los demás como son.
Apreciemos nuestra feminidad y apoyémonos unas a las otras.
Incondicionalmente. De corazón. Sean como sean. Así estaremos trazando sólidos puentes entre nosotras en lugar de ponernos zancadillas. Así juntas, seremos imparables.
Que nuestros esfuerzos y aportación a nuestro género vayan orientados a ser nosotras mejores personas, más tolerantes, solidarias y justas. Recuerda esta frase "Si tú cambias, todo cambia" y así todas juntas tal vez podamos cambiar la frase de una vez por todas: El mejor amigo de una mujer, es siempre otra mujer.