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IMAGINA...

  • Por Cristina Nuñez De Pablos
  • 24 sept, 2017

La importancia de saber adónde vas.

Imagina que eres el capitán de un barco y que navegas por los mares del sur.

Imagina que por un momento decides dejar al barco a la deriva en manos del destino, a expensas de lo que el viento y el oleaje decidieran hacer con él y que le lleven donde quieran llevarle.

Pasado un tiempo, te das cuenta de que el resultado ha sido desastroso, y culpas con rabia al viento y al oleaje por haber naufragado.

¿Te parecería una actitud razonable?

Pues bien, es lo que muchas personas en algún momento hacemos con nuestras vidas.

Llevar una vida sin definición, sin dirección, sin rumbo, sin una meta definida, hace que seamos como ese barco, a expensas de lo que el destino nos depare. Y encima culpamos a las circunstancias, a la mala suerte, a otros de nuestro destino.

No nos damos cuenta de que lo primero y más importante para el éxito es comenzar con un fin en mente, fijar el rumbo, la dirección donde queremos ir, el propósito y a partir de ahí poner todo de nuestra parte para lograrlo.

 Y pase lo que pase asumir siempre la responsabilidad. Y aprender de ello.

Necesitamos saber adonde queremos ir, entendiendo dónde estamos, para dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta.

Eso sí, el camino no importa si no sabes adónde vas.

Alicia en el país de las maravillas le preguntó al gato:

-"¿Podrías mostrarme el camino que he de seguir para salir de aquí?"

El gato le respondió:

-"Eso depende en gran parte del lugar al que quieras llegar".

A lo que Alicia contestó: 

- "No me importa mucho el lugar..."

Y el gato replicó: 

- "Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes".

Quiero que te permitas por unos momentos fantasear, soñar.

Si tuvieras la garantía absoluta de que no puedes fracasar, ¿qué te gustaría estar haciendo en este momento?

Además, si mañana ya no estuvieras aquí, ¿cómo te gustaría ser recordado? ¿qué te gustaría que destacaran de ti tus amigos y familiares?

Si hubiera una guerra mundial y no pudieras ejercer tu trabajo actual, ¿cómo estarías ayudando a la sociedad? ¿Qué estarías aportando?

Si permites cerrar los ojos y pararte a pensar en una o las tres situaciones, te dará una idea de aquello que a lo que te gustaría hacer en esta vida.

"Hay dos grandes días en la vida de una persona: el día en que nace y el día en que descubre para qué".

William Barclay

 

 

Por Cristina Nuñez De Pablos 7 de junio de 2019

 

¿Alguna vez te has sentido perdida, con mucha confusión y sin saber muy bien hacia dónde tirar?

Ante la pregunta ¿quién eres? ¿qué responderías?

Déjame adivinar, ¿has respondido tu nombre?

Venga, haz otro intento, ¿quién eres?

¿Has respondido tu profesión?

 

Tranquila ;) es una respuesta compleja de responder.

Pero piénsalo bien...

 

Si no sabemos quiénes somos, ¿cómo vamos a mirar al futuro con confianza y con claridad? ¿Cómo vamos a definir metas motivadoras que nos impulsen a superarnos?

“Conócete a ti mismo” es uno de los más famosos aforismos de todos los tiempos que se encontraba inscrito, en el templo de Apolo, en la ciudad griega de Delfos.

Seguro que lo habías escuchado cientos de veces.


Pues así es, conocerse a sí misma es un must para cada una de nosotras: comprendernos, aceptarnos, estudiar la propia alma, pues solo así podremos orientar nuestra vida hacia nuestros propósitos e intereses.

 

Y es que una de las claves del desarrollo personal, es el autoconocimiento.

Éste, nos ayuda a saber quiénes somos, a luchar por nuestros sueños, a que nuestras emociones sean más equilibradas, a relacionarnos con los demás desde un lugar más auténtico y por tanto a que nuestra vida sea más plena y feliz. 

El autoconocimiento está íntimamente relacionado con el bienestar emocional.

Saber escuchar lo que sentimos, nuestras emociones y entender el significado que tienen para nosotras nos ayuda a comprendernos y a tener una mente más sana.

Conocernos a nosotras mismas no es tarea fácil, hay veces que puede llevarnos una vida entera.

Sin embargo, con las herramientas adecuadas podemos ganar años de evolución.

Así que vamos a ponernos manos a la obra:

Te traigo en este post, tres ejercicios para mejorar tu autoconocimiento:

 

1.   Durante una semana estate atenta a las emociones que tienes a diario y escríbelas en un cuaderno.

¿Podrías detectar los pensamientos que han ocasionado cada una de ellas?

Cuando llegue el último día de la semana lee todo lo anotado, todas tus emociones, y los pensamientos que las han ocasionado y responde a estas preguntas:

 

¿Cuáles son tus emociones predominantes?

¿Has detectado algún patrón de pensamiento que se repite?

¿Qué puedes aprender de ello?

  

2.  Piensa y escribe 3 momentos de tu vida en los que fuiste inmensamente feliz.

¿Qué tenían en común? ¿Qué sentimientos tenías? ¿Por qué te sentías así? ¿Qué necesidades tenías cubiertas? ¿Qué crees que te hacía más feliz?

Viéndolo ahora con perspectiva, qué es lo que más te importaba en esos momentos? ¿Te sigue importando lo mismo?

 

3. Pide feedback a las 3 personas que más te conozcan acerca de tus cualidades, también tus defectos. Seguro que te sorprenderá todo lo que descubres.

Aumentando tu autoconocimiento, te sentirás mejor, mejorarás tu vibración y empezarás a ver nuevas y emocionantes oportunidades para tu crecimiento y éxito. 

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Tengo que reconocerlo, me costó y mucho.

Viví muchos años, pensando que lo importante eran los demás y lo que yo proyectaba en ellos.

Que me tenía que preocupar en lo que pensaran de mí los demás, que me vieran como una persona agradable, simpática, buena gente, entregada, que se preocupaba por ellos.

Recibí una educación en la que lo más importante eran las personas, la familia, los amigos. Recuerdo que nos decían “Ama al prójimo como a ti mismo”, pero siempre pensé que el prójimo tenía más peso y al menos yo el “amarme a mí misma” no lo practicaba mucho.

Así que un poco por educación, otro poco por mí, tergiversé esta enseñanza y me olvidé bastante de mí. 

Y fui creciendo sin saber detectar ni satisfacer mis necesidades, no me priorizaba, siempre pensaba que los demás estaban antes que yo . No era algo racional, era inconsciente, era más bien un hábito automático.

Me acostumbré al papel de “la fuerte”, yo siempre estaba bien, no había momentos para caer, los demás me necesitaban y yo estaba ahí para ellos.

Tengo que reconocer que su amor, su cariño, su agradecimiento hacia mí eran mi sustento, me llenaban sus palabras bonitas y me hacían sin darme cuenta, necesitarlas. Así que no importaba cómo yo estuviera, si alguien me requería o me pedía algo, ahí estaba yo. Incondicionalmente. 

Lo hacía de corazón y desde el amor a los demás y estaba bien.

Sin embargo llegó un momento en que necesitaba ese amor externo porque yo no sabía cómo darme ese amor a mí misma, era muy crítica y exigente conmigo y no sabía dedicarme unas palabras bonitas. No sabía, literalmente y tampoco era consciente de su importancia.

Creía que ser exigente y dura conmigo era lo que tenía que hacer para convertirme en mejor persona y para no cometer fallos. Sin embargo, no me daba cuenta de que esto minaba mi autoestima y tenía el efecto contrario.

Todo cambió cuando aprendí a quererme , a aceptarme tal y como soy , a no necesitar nada porque yo me lo daba todo.

Decidí que ser feliz era una decisión mía que yo quería tomar cada día. Y que dependía única y exclusivamente de mí.

Aprendí que no tenía que tomarme la vida tan en serio, sino como un juego, que se trataba de disfrutar.

Se trataba de ofrecer lo mejor de mí misma a la vida, empezando desde el interior.

Primero a mí.

Todo mi amor... para mí,

mis mejores palabras... para mí,

mis mejores sentimientos... para mí,

mi comprensión, mi compasión, mi cariño... todo entero para mí.

Aprendí que el amor no se encuentra fuera, sino dentro de uno mismo, porque como dice Borja Vilaseca, “No hay suficiente amor en este mundo para llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma”.

Ese fue mi mayor aprendizaje.

Y cuando lo entendí y lo empecé a practicar, desde cómo pienso, cómo me hablo, con más compasión, paciencia y amor, todo ha cambiado.

Y curiosamente trato con más amor, paciencia y compasión a las demás personas. Como me entiendo a mí y soy mejor conmigo, puedo ser mejor con ellos.

Aún sigo aprendiendo, esto es algo que dura toda la vida, pero he notado unos cambios increíbles y vivo una vida más auténtica, relajada y serena.

Me he liberado de necesitar la aprobación ajena y ya no me justifico ante los demás, ya no busco su aceptación, ya no necesito que me comprendan, ni que estén de acuerdo conmigo, o que me den la razón. Evidentemente si ocurre, me agrada, pero no lo necesito.

No es arrogancia, es amor.

No es falta de consideración, es respeto.

No es falsa humildad, es comprensión.

 Ahora he vuelto a pensar en lo importante que es lo que yo proyecte en los demás pero desde otra perspectiva, la perspectiva de estar llena de amor, de estar bien sin importar lo que los demás tengan para ofrecerme, porque ya previamente me lo he dado yo.

Y de manera inevitable, me llega más amor.

Así que te pido que te hagas un favor: 

Enamórate de ti, de lo que reflejas, de lo que eres, de lo que representas, de tus logros, de tus fracasos. Eres única, no hay nadie en todo el planeta como tú.

Observa tu grandeza, tu poder.

Cuando tú te quieres de verdad, te aceptas, te valoras, inmediatamente las personas que te rodean te ven de otra forma.

 Hay algo realmente poderoso en ti.

Conéctate con ello.

Mantén esa imagen.

Sé buena contigo misma, sino lo eres, nadie más lo será.

Ámate a ti misma.

 

Te propongo un reto:

Fija dos momentos en el día frente al espejo uno por la mañana y otro por la noche (por ejemplo al lavarte la cara y echarte tus cremas), y repítete un mantra todos los días poniéndote la mano en el corazón.

Yo te propongo éste, pero puedes crear el tuyo propio:

TE QUIERO INCONDICIONALMENTE ... (TU NOMBRE),

TE AMO ... (TU NOMBRE),

TE ACEPTO ... (TU NOMBRE).

ERES ÚNICA

TE MERECES TODO LO BUENO QUE TIENE LA VIDA PARA TI.  

Lo más importante es que lo sientas, sientas tu vibración y repítetelo al menos 10 veces cada vez.

Estarás decretándote amor y éxito.

Hazlo. Te sorprenderá. 

  

Por Cristina Nuñez De Pablos 6 de agosto de 2018

 Ya estamos en agosto, llegan las vacaciones, por fin el tan merecido descanso!

Estamos dos meses más allá del ecuador del 2018 y es un momento perfecto para parar y reflexionar.

Casi sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por la rutina, por donde nos va dirigiendo la inercia y es posible que la trampa del no parar no nos deje ver más allá. Durante el resto del año, estamos centradas en hacer, vamos corriendo de un lado para otro y con prisas y apenas dejamos espacio a reenfocar y decidir.

Por eso es tan importante esta parada técnica. Para, respira y relájate por un instante.

Imagínate que vivieras tu vida como si estuvieras escribiendo un libro... 

Y ahora responde a estas preguntas, ¿ha sido esta primera mitad del año un capítulo interesante? ¿Se lo contarías a tus nietos con emoción y disfrute?

Piensa que no vas a estar aquí siempre, por supuesto que eres muy joven, pero no tenemos garantizado estar aquí por sesenta años más. Ni siquiera por uno más.

Conéctate con la gratitud de sentirte viva, con tu  fuerza interior, con tu poder y con tu coraje. 

Y ahora, te propongo un reto, cuéntate la verdad.

¿Te apasiona la vida que estás construyendo, lo que haces, tu aportación personal? Si tu respuesta ha sido inmediata y ha sido un rotundo NO, hazte otra pregunta.

 ¿Qué podrías hacer para encontrar algo que te ilusionara y te hiciera sentir viva? 

Es absolutamente normal que no encuentres respuestas inmediatas. Porque piensa, ¿Cuánto tiempo le has dedicado a pensar qué es lo que te gustaría ser, hacer, tener o contribuir en tu vida?

Si te apetece averiguarlo, o al menos estar más cerca de conseguirlo...  Te propongo un ejercicio, durante 1 semana, nada más levantarte responde a esta pregunta:

Si te garantizaran el 100% de éxito en algo, ¿qué elegirías? ¿qué sería lo que te encantaría ser, hacer y con qué te gustaría contribuir a la sociedad?

 Déjate fluir para responder, no te presiones, hazlo todos los días durante 1 semana nada más levantarte. En esos momentos la mente está libre de corsés y te va a permitir pensar y conectarte contigo con mayor claridad.

Conocerlo es contarnos la verdad y ése es el primer paso, un paso muy importante.

El segundo paso es preguntarte, ¿qué tipo de páginas quiero escribir en mi libro de la vida?


"Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos:, ¿Quién soy yo para ser brillante, maravilloso, talentoso, fabuloso? 

En realidad, quién eres tú para no para serlo?

Eres un hijo de Dios.

El jugar a ser pequeño no le sirve al mundo.

No hay nada iluminador en encogerse para que otras personas no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos estamos destinados a brillar, como hacen los niños. Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está dentro de nosotros. No es sólo en algunos de nosotros; que se encuentra en todo el mundo. Y cuando permitimos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a otras personas a hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás".

                                              Marianne Williamson

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