Empecemos por el principio:
TÚ ERES RESPONSABLE DE TU VIDA. Y DE TUS RESULTADOS.
Esta afirmación puede sonar dura pero a medida que vayamos profundizando en ella, vas a ver que no solo no lo es, sino que es una de las mayores bendiciones que hemos recibido.
Mira todos los aspectos de tu vida y los resultados que obtienes, ¿estás satisfecho con ellos? Puede que con algunos sí y con otros menos, lo importante es que entiendas que tú eres el responsable de todos.
No importa lo que te ocurriera en el pasado, las dificultades por las que pasaste, la falta de amor que tuviste, las personas que te marcaron, etc... Estás aquí y puedes elegir.
Elige ahora dejar de quejarte por todo lo que un día te ocurrió, para empezar a enfocarte en lo que quieres ser y tener en tu vida.
Elige ahora dejar de culpar a otras personas y de hacerlas responsables de tus resultados, porque todo lo que has experimentado era parte de tu aprendizaje y culpar a esas personas, a las circunstancias, a la mala suerte, solo te lleva a ser esclavo de ellas y son tu excusa para no crecer ni avanzar.
George Washington Carver dijo que "El noventa y nueve por ciento de todos los fracasos provienen de personas que tienen el hábito de ponerse excusas".
Tus excusas te mantienen en el papel de víctima y seguir ahí solo puede hacer que consigas más resultados negativos para seguir alimentando a la víctima. Piénsalo bien, entregar tu poder a otras personas o circunstancias y solo lleva a una vida llena de dolor, resentimiento, frustración, culpa y probablemente enfermedad. ¿Es eso lo que quieres?
Es de vital importancia que trasciendas tu pasado, no importa lo que ocurriera, perdónalo, acéptalo y cambia tus pensamientos y tu realidad ahora.
Si decides asumir tu responsabilidad, aceptar que tú eres el único responsable de tus resultados y te perdonas (era parte de tu aprendizaje), toda tu vida empezará a cambiar. Empezarás a tomar el mando y el control de tu vida.
Sí, sé que duele reconocer que todo lo que no te gusta de tu vida lo has creado, permitido o atraído tú. Duele, duele y mucho, yo también lo experimenté. Pero una vez que lo aceptas eres libre, libre para crear y atraer a tu vida las circunstancias y los resultados que tú quieras y que solo tú determines.
George Bernard Shaw dijo “Hay personas que siempre culpan a sus circunstancias por lo que son. Yo no creo en las circunstancias. Las personas que mueven este mundo son las personas que se levantan y buscan las circunstancias que quieren, y si no las encuentran, las crean.” Y tiene mucha razón, aquellos que triunfan asumen la responsabilidad y crean su propio destino.
Ten el coraje de hacerte responsable de tu vida, de tus resultados, de tu felicidad, de tu salud, de tus emociones.
Tienes delante de ti un futuro que solo tú puedes elegir, tomando el control de tu vida y creando lo que tú quieras.
Aceptando la responsabilidad desarrollarás la confianza en que tus sueños pueden hacerse realidad porque no dependen de nadie más que de ti mismo.
¿Alguna vez te has sentido perdida, con mucha confusión y sin saber muy bien hacia dónde tirar?
Ante la pregunta ¿quién eres? ¿qué responderías?
Déjame adivinar, ¿has respondido tu nombre?
Venga, haz otro intento, ¿quién eres?
¿Has respondido tu profesión?
Tranquila ;) es una respuesta compleja de responder.
Pero piénsalo bien...
Si no sabemos quiénes somos, ¿cómo vamos a mirar al futuro con confianza y con claridad? ¿Cómo vamos a definir metas motivadoras que nos impulsen a superarnos?
“Conócete a ti mismo” es uno de los más famosos aforismos de todos los tiempos que se encontraba inscrito, en el templo de Apolo, en la ciudad griega de Delfos.
Seguro que lo habías escuchado cientos de veces.
Pues así es, conocerse a sí misma es un must para cada una de nosotras: comprendernos, aceptarnos, estudiar la propia alma, pues solo así podremos orientar nuestra vida hacia nuestros propósitos e intereses.
Y es que una de las claves del desarrollo personal, es el autoconocimiento.
Éste, nos ayuda a saber quiénes somos, a luchar por nuestros sueños, a que nuestras emociones sean más equilibradas, a relacionarnos con los demás desde un lugar más auténtico y por tanto a que nuestra vida sea más plena y feliz.
El autoconocimiento está íntimamente relacionado con el bienestar emocional.
Saber escuchar lo que sentimos, nuestras emociones y entender el significado que tienen para nosotras nos ayuda a comprendernos y a tener una mente más sana.
Conocernos a nosotras mismas no es tarea fácil, hay veces que puede llevarnos una vida entera.
Sin embargo, con las herramientas adecuadas podemos ganar años de evolución.
Así que vamos a ponernos manos a la obra:
Te traigo en este post, tres ejercicios para mejorar tu autoconocimiento:
1. Durante una semana estate atenta a las emociones que tienes a diario y escríbelas en un cuaderno.
¿Podrías detectar los pensamientos que han ocasionado cada una de ellas?
Cuando llegue el último día de la semana lee todo lo anotado, todas tus emociones, y los pensamientos que las han ocasionado y responde a estas preguntas:
¿Cuáles son tus emociones predominantes?
¿Has detectado algún patrón de pensamiento que se repite?
¿Qué puedes aprender de ello?
2. Piensa y escribe 3 momentos de tu vida en los que fuiste inmensamente feliz.
¿Qué tenían en común? ¿Qué sentimientos tenías? ¿Por qué te sentías así? ¿Qué necesidades tenías cubiertas? ¿Qué crees que te hacía más feliz?
Viéndolo ahora con perspectiva, qué es lo que más te importaba en esos momentos? ¿Te sigue importando lo mismo?
3. Pide feedback a las 3 personas que más te conozcan acerca de tus cualidades, también tus defectos. Seguro que te sorprenderá todo lo que descubres.
Aumentando tu autoconocimiento, te sentirás mejor, mejorarás tu vibración y empezarás a ver nuevas y emocionantes oportunidades para tu crecimiento y éxito.
Tengo que reconocerlo, me costó y mucho.
Viví muchos años, pensando que lo importante eran los demás y lo que yo proyectaba en ellos.
Que me tenía que preocupar en lo que pensaran de mí los demás, que me vieran como una persona agradable, simpática, buena gente, entregada, que se preocupaba por ellos.
Recibí una educación en la que lo más importante eran las personas, la familia, los amigos. Recuerdo que nos decían “Ama al prójimo como a ti mismo”, pero siempre pensé que el prójimo tenía más peso y al menos yo el “amarme a mí misma” no lo practicaba mucho.
Así que un poco por educación, otro poco por mí, tergiversé esta enseñanza y me olvidé bastante de mí.
Y fui creciendo sin saber detectar ni satisfacer mis necesidades, no me priorizaba, siempre pensaba que los demás estaban antes que yo . No era algo racional, era inconsciente, era más bien un hábito automático.
Me acostumbré al papel de “la fuerte”, yo siempre estaba bien, no había momentos para caer, los demás me necesitaban y yo estaba ahí para ellos.
Tengo que reconocer que su amor, su cariño, su agradecimiento hacia mí eran mi sustento, me llenaban sus palabras bonitas y me hacían sin darme cuenta, necesitarlas. Así que no importaba cómo yo estuviera, si alguien me requería o me pedía algo, ahí estaba yo. Incondicionalmente.
Lo hacía de corazón y desde el amor a los demás y estaba bien.
Sin embargo llegó un momento en que necesitaba ese amor externo porque yo no sabía cómo darme ese amor a mí misma, era muy crítica y exigente conmigo y no sabía dedicarme unas palabras bonitas. No sabía, literalmente y tampoco era consciente de su importancia.
Creía que ser exigente y dura conmigo era lo que tenía que hacer para convertirme en mejor persona y para no cometer fallos. Sin embargo, no me daba cuenta de que esto minaba mi autoestima y tenía el efecto contrario.
Todo cambió cuando aprendí a quererme , a aceptarme tal y como soy , a no necesitar nada porque yo me lo daba todo.
Decidí que ser feliz era una decisión mía que yo quería tomar cada día. Y que dependía única y exclusivamente de mí.
Aprendí que no tenía que tomarme la vida tan en serio, sino como un juego, que se trataba de disfrutar.
Se trataba de ofrecer lo mejor de mí misma a la vida, empezando desde el interior.
Primero a mí.
Todo mi amor... para mí,
mis mejores palabras... para mí,
mis mejores sentimientos... para mí,
mi comprensión, mi compasión, mi cariño... todo entero para mí.
Aprendí que el amor no se encuentra fuera, sino dentro de uno mismo, porque como dice Borja Vilaseca, “No hay suficiente amor en este mundo para llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma”.
Ese fue mi mayor aprendizaje.
Y cuando lo entendí y lo empecé a practicar, desde cómo pienso, cómo me hablo, con más compasión, paciencia y amor, todo ha cambiado.
Y curiosamente trato con más amor, paciencia y compasión a las demás personas. Como me entiendo a mí y soy mejor conmigo, puedo ser mejor con ellos.
Aún sigo aprendiendo, esto es algo que dura toda la vida, pero he notado unos cambios increíbles y vivo una vida más auténtica, relajada y serena.
Me he liberado de necesitar la aprobación ajena y ya no me justifico ante los demás, ya no busco su aceptación, ya no necesito que me comprendan, ni que estén de acuerdo conmigo, o que me den la razón. Evidentemente si ocurre, me agrada, pero no lo necesito.
No es arrogancia, es amor.
No es falta de consideración, es respeto.
No es falsa humildad, es comprensión.
Ahora he vuelto a pensar en lo importante que es lo que yo proyecte en los demás pero desde otra perspectiva, la perspectiva de estar llena de amor, de estar bien sin importar lo que los demás tengan para ofrecerme, porque ya previamente me lo he dado yo.
Y de manera inevitable, me llega más amor.
Así que te pido que te hagas un favor:
Enamórate de ti, de lo que reflejas, de lo que eres, de lo que representas, de tus logros, de tus fracasos. Eres única, no hay nadie en todo el planeta como tú.
Observa tu grandeza, tu poder.
Cuando tú te quieres de verdad, te aceptas, te valoras, inmediatamente las personas que te rodean te ven de otra forma.
Hay algo realmente poderoso en ti.
Conéctate con ello.
Mantén esa imagen.
Sé buena contigo misma, sino lo eres, nadie más lo será.
Ámate a ti misma.
Te propongo un reto:
Fija dos momentos en el día frente al espejo uno por la mañana y otro por la noche (por ejemplo al lavarte la cara y echarte tus cremas), y repítete un mantra todos los días poniéndote la mano en el corazón.
Yo te propongo éste, pero puedes crear el tuyo propio:
TE QUIERO INCONDICIONALMENTE ... (TU NOMBRE),
TE AMO ... (TU NOMBRE),
TE ACEPTO ... (TU NOMBRE).
ERES ÚNICA
TE MERECES TODO LO BUENO QUE TIENE LA VIDA PARA TI.
Lo más importante es que lo sientas, sientas tu vibración y repítetelo al menos 10 veces cada vez.
Estarás decretándote amor y éxito.
Hazlo. Te sorprenderá.
Ya estamos en agosto, llegan las vacaciones, por fin el tan merecido descanso!
Estamos dos meses más allá del ecuador del 2018 y es un momento perfecto para parar y reflexionar.
Casi sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por la rutina, por donde nos va dirigiendo la inercia y es posible que la trampa del no parar no nos deje ver más allá. Durante el resto del año, estamos centradas en hacer, vamos corriendo de un lado para otro y con prisas y apenas dejamos espacio a reenfocar y decidir.
Por eso es tan importante esta parada técnica. Para, respira y relájate por un instante.
Imagínate que vivieras tu vida como si estuvieras escribiendo un libro...
Y ahora responde a estas preguntas, ¿ha sido esta primera mitad del año un capítulo interesante? ¿Se lo contarías a tus nietos con emoción y disfrute?
Piensa que no vas a estar aquí siempre, por supuesto que eres muy joven, pero no tenemos garantizado estar aquí por sesenta años más. Ni siquiera por uno más.
Conéctate con la gratitud de sentirte viva, con tu fuerza interior, con tu poder y con tu coraje.
Y ahora, te propongo un reto, cuéntate la verdad.
¿Te apasiona la vida que estás construyendo, lo que haces, tu aportación personal? Si tu respuesta ha sido inmediata y ha sido un rotundo NO, hazte otra pregunta.
¿Qué podrías hacer para encontrar algo que te ilusionara y te hiciera sentir viva?
Es absolutamente normal que no encuentres respuestas inmediatas. Porque piensa, ¿Cuánto tiempo le has dedicado a pensar qué es lo que te gustaría ser, hacer, tener o contribuir en tu vida?
Si te apetece averiguarlo, o al menos estar más cerca de conseguirlo... Te propongo un ejercicio, durante 1 semana, nada más levantarte responde a esta pregunta:
Si te garantizaran el 100% de éxito en algo, ¿qué elegirías? ¿qué sería lo que te encantaría ser, hacer y con qué te gustaría contribuir a la sociedad?
Déjate fluir para responder, no te presiones, hazlo todos los días durante 1 semana nada más levantarte. En esos momentos la mente está libre de corsés y te va a permitir pensar y conectarte contigo con mayor claridad.
Conocerlo es contarnos la verdad y ése es el primer paso, un paso muy importante.
El segundo paso es preguntarte, ¿qué tipo de páginas quiero escribir en mi libro de la vida?
"Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos:, ¿Quién soy yo para ser brillante, maravilloso, talentoso, fabuloso?
En realidad, quién eres tú para no para serlo?
Eres un hijo de Dios.
El jugar a ser pequeño no le sirve al mundo.
No hay nada iluminador en encogerse para que otras personas no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos estamos destinados a brillar, como hacen los niños. Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está dentro de nosotros. No es sólo en algunos de nosotros; que se encuentra en todo el mundo. Y cuando permitimos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a otras personas a hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás".
Marianne Williamson